miércoles, 4 de septiembre de 2013

Amores tiempo felicidad

por Virginia Amado
                                                 
 “Los solitarios aprendemos de muy temprano que toda
                                                                      compañía tiene un precio.”   
“La cosa” Abelardo Castillo.

   Apenas fotografías , papeles más o menos coloridos y descoloridos. Recortes de tiempo. Retazos del amor modelado y estampado de aquellos momentos vividos, de instantes de felicidad que uno cree olvidados, guardados con múltiples cerrojos en el arcón de los recuerdos, y que tienen la absoluta irreverencia de aflorar sin ton ni son, en determinado espacio de reloj ,traducidos en conductas, en respuestas, en llanto, en risa o en emociones. En amor.
   No es sencillo enfrentarse al desafío de los años- pensó Mara esa mañana .
   Fue cuando tuvo la idea de renovar los álbumes de fotografías.
   Hay algunas que el corazón guarda, y sin verlas, están ahí, intactas atrapando un momento.
   Y otras que, en complicidad con la mente , ya nadie mira ni recuerda. Pero se guardan en el temporal olvido.
   Bajó del estante del placard la caja grande que siempre esperaba  por un día en que llegara el orden.
   Por un largo lapso de  tiempo, formaron parte de una clasificación distinta.
   La danza de la vida, puesta a mezclar emociones y circunstancias, hizo que ella alguna vez las quitara de un álbum de cuero marrón teñido de esperanzas y proyectos, y las dejara  allí, solas, sueltas, amalgamadas pero sin conexión.
   Ha tratado de conservarlas aún en tiempos de guerra. Al fin y al cabo, todo eso vieron sus ojos.
   Cada imagen lleva una carga que sólo quien estuvo allí comprende. Quizás a cada uno le pueda impactar diferente cuando el paso del tiempo les hace resignificarlas.
   No es real. Pasado que ya fue real .
   ¿Son las fotos una necesidad de trascender? ¿ Tal vez una forma de que la memoria no nos juegue malas pasadas?
   Mara, en ese histórico afán de colocar a las cosas en el lugar que les corresponde, ha resuelto cambiar, ubicarlas divididas por etapas, lugares, derroteros.
   Fotos de un bebé en un bautismo que era ella, una nena disfrazada, otra en un banco escolar, comunión, amigas, los quince….Sus papás, los abuelos viejos….
   Fotos de dos tan jóvenes que ni sabían cómo darse la mano frente al altar , y jugaban a unos anillos relucientes.
   Mara piensa en cuántas cosas no sabía, ahora sabe y quizás algunas otras deba aprender todavía.
   Gente que ya no existe, parejas que ya no están unidas, niños que hoy son hombres y mujeres, cuerpos estilizados, torta de cinco pisos, un patio que ya no está para ellos como familia.
    La alegría de sus dos bebés entre los brazos, su hermana y sus chiquitos, esas vidas tan vinculadas, el barrio, la ciudad querida, la profesión y tantos niños, las etapas minuciosas del crecimiento de los hijos….los perros que los acompañaron…. Y de pronto, la ternura más hermosa: los nietitos, acercándole un tiempo de crianza a observar, y la posibilidad de recuperar al menos algo. Atravesados por el amor.
   ¡Cuánto tiempo pasó! Sin embargo está ahí nomás, cerca….
   Cristalizada en fuerza y fragilidad, Mara quiere hacer con las fotografías una ofrenda, un ocuparse de cuidarlas. Aún cuando no pueda ser el tiempo ni las cosas, ni los caminos acertados y erróneos, pero sí la representación de todo ese amor. En canto al recuerdo, con añoranzas pero sin tristezas porque fue bonito y lo vivieron.
   Van quedando prolijos y lindos estos nuevos álbumes de sus vidas. Y son portadores de alegría.
   Más y más fotografías, de una era no digital, que refleja plenitudes y algunos naufragios.
   Sólo eso y nada menos: espejos de un tiempo que ya no está pero que llevan dentro todos ellos y les permite mucha luz.
   Comienzan las actuales, de hijos cambiando pañales, de otras mamás amantando , de sonrisas de miel y manitos pegoteadas. De travesuras y mimos varios. De juguetes y plaza.
   Se irán agregando otras, más niños, viajes y paseos ,las letras que cristalizan momentos, las amigas que dejan sabores para enriquecer el alma.
   Mara ha encontrado, también en las fotografías, ese amor que busca, encuentra, pierde, sueña, espera, acontece, finaliza, se entrecorta,se cuestiona, lo agradece, y cada día vuelve a comenzar, en alguna, o en todas sus formas.
   Y vaya que es hermoso y único el instante del retrato en el abrazo a los nietos.
   No se acaba el tiempo, dentro de lo inexorable que es su paso , transcurre…pero el amor siempre sobrevive.

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