por Mabel Conrat
Voy a contar hechos que me sucedieron hace ya muchos años atrás. En un hermoso vallecito en la Provincia de San Luis; habitado por gente como cualquier pueblo del interior, y tambièn, con personajes con imaginaciòn fantástica, como el caso de unas viejas matronas que conocì, muy arraigadas a creencias arcaicas; como, supersticiones…, ánimas…, aparecidos….
Cierto día visitando una vecina, estando yo embarazada, y, tejiendo un chalequito para la llegada de mi hija, me sobresaltó una exclamación de la susodicha….diciendo; ¡válgame Dios!, ¡Cómo es posible que este tejiendo….! ¡Está embarazada….! Escandalizada me increpó; “no debe tejer durante el embarazo, se le va a enreda el cordón umbilical en el cuellito de la beba, y la va a ahoga”, me sorprendì…. y me dije…, ¡como se le va a enredar el cordón en el cuello por el hecho de tejer! Desde ya, inmediatamente lo atribuí a supersticiones. Lo mismo me decía en cuanto a la costura….y todo aquello que se hicieran nudos….
Gracias a mi naturaleza…, mi crianza, quizá por ser citadina, y a pesar de mi corta edad, y lejos de mi familia, no me dejé amedrentar, y seguí con mi labor sin darle importancia al hecho. También, me sugerían bautizar a mi hija, ni bien naciera ¡Cuál era el argumento…..! Sí no lo hacía, iba a ser un “Animalito”, y no sería una chinita cristiana..., Inmediatamente se me representó mi hija caminando en cuatro patas…., recuerdo que en ese momento lo viví como algo gracioso y lo atribuí a que eran muy catòlicas, pero a su vez, rayaban en lo pagano, como muchas costumbres, cosa que resultaba contradictorio.
Por otra parte, en charlas familiares, (principalmente en la noche, ya que se prestaba para tales fantasías), se contaban anécdotas sobre la llorona, (mujer que lloraba la muerte de su marido). La cuestión era que, si, ibas por el campo en medio del monte, “la llorona” salía al paso pidiendo que la consuelen, esto sucedía generalmente de noche, o cuando se estaba solo. Lo contaban con “convencimiento“ y exageración para que el interlocutor lo creyera. Y, ni que hablar de lo que pasaba con los ruidos en la casa, los muebles, las puertas que crujían…., aducían que en la casa habían matado a toda una familia años atrás y en la noche vagaban sus almas por la casa. Estas historias como tantas otras, contadas dramatizando el hecho, para asustar a quien escuchara.
Doy gracias a que yo estaba protegida de tantas supersticiones, que nunca me deje llevar por tales aventuras; seguí tejiendo, escuchando ruidos por la noche silenciosa del pueblo, ya que no era otra cosa, que el crujir de una casa vieja con pisos de madera, abandonada a su suerte.
La Plata, 02 de septiembre de 2015
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