martes, 20 de octubre de 2015

Aquí sí fui niño

por Roberto Perez

Gobernador  Udaondo era el pueblo, muy chico, a la vera de la ruta 215, camino a San Miguel del Monte (aquí naci )pues allí no había nada en materia de salud.
Calles de tierra, mucho campo, tranquilidad, su laguna, el club, el almacén de ramos generales, la estación ferroviaria, algunos vecinos, ya ven… lo necesario para que el lugar tuviera vida.
Y mi casa…humilde, de adobe, como muchas otras en el interior, una acacia grande y un viejo sauce llorón le daban marco al ingreso.
Pisos de tierra, algunas sillas, ninguna igual a otra, como adorno dos o tres huevos de avestruz pintados y colgados de sus extremos, mas alguna foto familiar ya amarillenta, adornaban el interior.
La cocina económica donde mi madre cocinaba y los días de lluvia no faltaban sus tortas fritas mientras entonaba alguna canción Española, o a veces su repetida…”el cuadro que yo les nombro tiene camiseta azul, con una franja dorada y estrellas de norte a sur”, por esos tiempos y de tanto oírla, creo… adquirí mi pasión boquense. Firpo el perro con quien junto a mis hermanas Mabel y Mari (fallecida) jugaba, y todo toleraba, bonita la vaca que proveía la leche, el cuadro de alfalfa donde a la hora de la siesta íbamos a la caza de mariposas ¡como olvidar San Juan y San Pedro!
colgaban en cada uno de los postes del cuadro o terreno, tarros con cebo y se encendían hasta consumirse.
Las noches muy calurosas de verano, nos sorprendían durmiendo afuera, abajo del sauce, con nuestro padre y Firpo como celoso custodio.
En este sitio, en esta casa hilvane mis primeras palabras..y di mis primeros pasos ¡como no recordarlo!
Allí también solían oírse historias campestres: como de la luz mala, o la del jinete sin cabeza por ejemplo.
Viene a mi mente mi padre…quien por las noches con su guitarra y su voz nostálgica, entonaba para nuestro deleite, canciones como…Merceditas, mis arapos, o  la del linyera, personajes estos que con su “mono”a cuestas y sus perros, solían verse caminando sin rumbo por las vías del ferrocarril…imborrable! como  tampoco lo son los inviernos de chimeneas humeantes con su inconfundible aroma a leña, que aun guardo en mi como muy preciado recuerdo.
Luego de aproximadamente cincuenta años, regresamos con mi hermana Mabel  a nuestro querido Udaondo, tan lleno de recuerdos lindos e imborrables para nosotros….buscamos la casa de nuestra niñez ¿ y saben qué ? ya no estaba…se había convertido en campo, el horizonte ocupaba su espacio

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