miércoles, 23 de diciembre de 2015

Fragancias de viernes

Allá por los años ochenta, con buen trabajo, igual predisposición y mas tiempo, algo que por estas épocas a muchos nos es algo esquivo, los días viernes, después de nuestras tareas, nos reuníamos un grupo de amigos para compartir un rato y comer juntos, el asado era  el elegido a  la hora de las opciones. Cerca de las 20 Hs, Mario, Aldo, Carlitos el carpintero, el negrito Farina, Hugo y quien relata Roberto, allí estábamos, cumpliendo de muy buen agrado. Ya que pagábamos uno por vez, quien lo hacía, se encargaba de todo, con la ayuda de algún voluntario que colaboraba con las ensaladas tratando de conformar a todos, poner la mesa y algo que el parrillero pudiera necesitar. La ceremonia...lo lindo comenzaba con la preparación del fuego, esperar que encienda bien y mientras ir picoteando algo…con algún mate o un vinito tal vez….charla de por medio. Mientras adentro, el resto de los muchachos, jugaban algún partido de truco, charlaban animadamente o miraban el partido de los viernes, hasta que el “asadito” estuviera listo y entonces se da el aviso y a la mesa. Chinchulines, chorizos, vacio, riñones y las tradicionales costillas, deleitaban a los comensales. Entonces, envueltos en esa fragancia inconfundible de la carne asada….las voces se acallaban….el silencio era casi total, solo ruidos de copas y cubiertos o el pedido de algo que se precisaba y nada mas por el momento, ese era el ambiente. Poco a poco y a medida que el tiempo transcurría, la mesa recobraba el bullicio, las bromas, charlas de todo tipo, alegría  que llega a su punto máximo con el consabido aplauso para el asador, voces que se elevaban por sobre lo normal, tal vez por  la euforia del momento o los efectos del alcohol, aunque nadie se pasaba….pero si nos alegraba ¿en qué asado no ocurre?  Luego de una breve sobremesa, en la que los temas se sucedían, también las cargadas de futbol (algunos fuimos jugadores amateurs)….llegaba el postre….y el fervor ,el ánimo, como el fuego se iban apagando lentamente, y con el deseo de que  pasaramos  un buen fin de semana, uno  a uno nos íbamos retirando, al día siguiente trabajábamos y había que descansar para enfrentar el nuevo día y poder rendir como es deber, el sábado solía ser largo para algunos ,entre ellos mi caso ¡ qué bien la pasábamos! Y comíamos mejor aun, que bueno era tener  un grupo de amigos siempre resueltos y comprometidos a pasarla bien, a un buen momento, a la charla, al encuentro, con el pretexto más que valido como lo es comer un buen asado ¡Hasta el próximo viernes!

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