jueves, 19 de noviembre de 2015

Recordando mi casa

por Elsa da Lama

Corría el año 1935, en el diario “La Nación”, sale la venta de un casco de Estancia en el Partido de Chascomús, con el nombre de “La loma alta”. Papá después de sacar muchas cuentas decide concurrir con un amigo al remate. sin demasiada ilusión. La más entusiasmada era mamá, quien había descubierto el aviso. Estando allí se enteraron que había un firme comprador, pero por un error de fecha no se hizo presente y papá  concretó su sueño para alegría de todos. La casa estaba  construida  dentro de un parque rodeado por un tejido de 2 mts de altura. Tenía un portón hermoso de  entraba.  Cada lado del parque tenía su salida, no tan importante. Una avenida de ligustros disciplinados llegaban hasta la casa compuesta por dos  edificaciones, separadas una de otra por unos 15 mts. y unidas por una vereda angosta de unos 45 cms. de ancho, cortada unos 40 cms para permitir el paso del agua cuando llovía.  En una parte estaban: los dormitorios, comedor , baño y lavadero. Ambientes  amplios, altos y ventilados. Los pisos eran de pinotea  y las aberturas de madera, no recuerdo el nombre, con postigos,  con  cortinas bordadas a máquina por mamá. La disposición  de los ambientes era la siguiente: 4 a lo largo. Los de los extremos eran  de 7 x 5  y los del centro  4x5, con un corredor (alero) en ambos lados. Uno tenía una habitación en cada extremo. El otro tenía el baño y el lavadero en un extremo y en el otro una arcada, cuya parte superior era redondeada.  Según la vecindad  habían tenido rejas. Para ir al baño había que salir al corredor. Las paredes eran de 60 cms. Llamaba la atención porque las habitaciones eran calentitas en invierno y en verano muy frescas. Todas  tenían  salida al corredor por ambos lados, menos  una, que  llamábamos ”la pieza ciega”, y se salía por el comedor. Fue nuestro  dormitorio .  El comedor  tenía  sótano. Se usaba generalmente para poner las bebidas  para las fiestas . Como en la  zona no  había  escuela  y estábamos en edad escolar 8 niños,  papá, como  en la casa había  suficiente comodidad  trajo  una maestra  que era de Lanús, no recuerdo su nombre y nos  dio clase 2 años, como extrañaba mucho se fue y se terminó la escuelita. A esa habitación le quedó el  nombre “escuelita” Después, papá compró casa en Chascomús  y nos fuimos a vivir allí. Rendimos un examen y  pasamos a 2° grado. Hicimos también  3°, 4°y 5°. En esa época daban un cupo para la nafta que no alcanzaba porque el campo distaba 50 kms. Se decidió trasladarnos a La Plata. Desde allí viajábamos en tren todos los viernes  hasta la estación Pedro N. Escribano distante 15 kms. Nos iban a  buscar en un carruaje, sulky  araña o breque, según  los que viajáramos. 
 La otra edificación estaba compuesta por la cocina, despensa, carpintería y baño. Eran ambientes amplios y con pisos de mosaico.  Sólo tenía  un corredor y a continuación un  parral. El frente de la cocina lo usábamos de frontón para jugar a la pelota. Era a mano limpia y con una pelotita maciza,  negra ,de las que usan para pelota paleta. Mamá, Eva y yo en contra de papá. Porque  Marta nació después.  Del  otro lado de la cocina, hacia la avenida de ligustros verde estaba la glicina y el moli-no de viento o aerogenerador de corriente eléctrica que le daba luz a la cocina y despensa. El problema  que teníamos eran los árboles, según del  lado del viento el molino funcionaba.  Siempre listo el  Petromax  a querosene. El molino del agua  estaba a un costado de las dos edificaciones y corría la misma  suert e  con el viento. El tanque  ubicado en una torre de hierro muy  alta era como un cono con la parte superior cortada. Rara vez nos quedamos  sin agua porque era automático. Además tenía una bomba./////

/////Al  costado de la entrada  había un galpón de ladrillo visto, donde se guardaba el Ford 8, reca-dos, monturas, aperos, tractor con ruedas de hierro, sulky araña, breque…..Luego la casa del peón: cocina, dormitorio y baño.
Cierro los ojos y se me presenta el  parque , casi una manzana. Árboles  frutales en su mayoría y otros de adorno. 2 pinos piñón , 1 nogal y 1 almendro,  con cuyos frutos  yo preparaba los pan dulces todos los años, 1 cerezo,1 níspero,1 olivo, 2 limoneros, 8 manzanas enanas,6 naranjos,  25 plantas de mandarinas que rodeaban las dos casas, un cedro azul…  Había canteros de distintas formas con flores de todos los colores: azucenas rosas, nardos,  corona de novia, azareros verde y disciplinado, rosa-les, 2 plantas de magnolia,1 ceibo, narcisos, claveles, junquillos, alelíes, acacias y palmeras. Una se destacaba por su gran altura, cuando había viento muy fuerte se inclinaba tanto que parecía que se iba a quebrar. Alrededor de los canteros había conchilla para que no crecieran los yuyos.  A un costado estaba otra avenida de ligustros verdes que tenía la cancha de bochas. Los domingos siempre  se jugaba con algún vecino.
Después de  un cerco de madreselva  seguía  la quinta con sus tomates, ajíes, acelgas cebollas, ajos,  perejil, lechuga, laurel…..,,,y el colmenar. Tuvimos 150 colmenas. Papá, Eva y yo éramos apicultores, recibidos en los años 1945/46 y 47 en la Escuela de Apicultura, del Ministerio de Asuntos  Agrarios de La Plata. Mi hermana  fue elegida Reina en 1946, coronada  en el Pasaje Dardo Rocha. Instalas las colmenas la despensa se  convirtió  en el laboratorio.
Siguiendo con el tema de la casa, hacia un costado había un parral de uva chinche y una avenida de ligustros verdes dividía  dos sectores: uno  tenía 15 higueras,9 perales y 8 membrillos.  Alli también se sembraba papa ,sandia, melones y maíz. Todo para el consumo de la casa.
A la misma altura del  galpón de ladrillo estaba del otro lado el galpón de madera. Tenía la troja con espigas de maíz que se desgranaba para las aves  y cerdos. Luego  continuaba  el gallinero y el palomar, era  redondo. Les aclaro que comíamos los pichones de paloma. Mamá los usaba para el tuco. ¡Exquisitos!
Para finalizar diré que  he vivido en varias casas, de todas guardo  hermosos recuerdos., pero  sólo  hay dos  que me hubiera  gustado volver a verlas por los momentos felices y de lucha que he pasa-do,  pero al saber que la de Chascomús se cae a pedazos y la de Carhué me la han cambiado tanto que prefiero  quedarme con el recuerdo.

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