jueves, 14 de mayo de 2015

¡Verde valle, verde vida!

 por Nezka

Valle de Famatina, en él, mi rincón favorito, donde pasé inolvidables momentos en mi niñez y adolescencia.
Me veo sentada en una inmensa piedra tratando de descubrir qué era lo que me atrapaba tanto.
Percibía olores, colores, sonidos, como los del río, por momentos rumoroso, suave, o en otros bravíos, rugientes. Pero no, era el color lo que más me atraía. Mirando al Famatina divisaba el gris celeste de su parte más baja y en sus cumbres majestuosas el blanco platinado de su nieve, enmarcando su belleza, el cielo azul.
Pero muy cercana a mí descubrí otra montaña, en ella predominaban los verdes. En la cumbre un verde opaco parecía abrazarse a la piedra, por temor de caer. En el medio, el color es más vivo, más luminoso, imagino brazos fuertes cubriendo a su amada. Al pie de la misma, el verde se aclara, es suave, brillante, juguetea con el viento, toca la piedra, escapa, pero siempre vuelve como niños traviesos.
Es como la vida misma, con sus claros, grises y oscuros.
¡Ya sé lo que amo!, salté de la piedra y con toda mi alma, le grité a mi valle: “Verde, que te quiero verde”!

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