martes, 11 de agosto de 2015

Como un tesoro

por Alicia Lasala

En estos últimos años te han nombrado casi cotidianamente. Te volviste parte de la historia más dolorosa y siniestra. Pero vos no estabas hecha para eso. 
Desde el principio, en nuestra América, nosotros te conocíamos bien, te tratábamos como a una flor única en su especie y teníamos bien claro lo que significaba tu perfume en nuestra piel, en nuestros sabores y colores, en las costumbres cotidianas.
Hasta que llegaron ellos. Intentaron cortarte de raíz. Pero su ignorancia no podía ver que las flores pueden permanecer ocultas debajo de la tierra, pareciendo muertas pero latiendo y volviendo a nacer en tierra arrasada o entre las piedras. 
Pasaron quinientos años y vos seguiste siendo parte de los hijos de este continente. 
Te mostrábamos orgullosos. No todos. Siempre hay depredadores, alimañas amenazando en sus cuevas.
Como un tesoro te resguardamos de padres a hijos. 
Y llegamos al siglo pasado. Somos un continente aguerrido. Sabemos que sin lucha no hay futuro. 
El hachazo brutal de la dictadura se llevó a los mejores. Los más honestos luchadores. Y con ellos nos robaron a sus hijos. 
Y ahí apareciste de nuevo vos, adquiriendo un protagonismo impensado. 
Hubo que crear, buscar, convocar a científicos de todo el mundo para que nos ayudaran.
Y la obstinación del amor más puro encontró todas las fórmulas. 
Las madres, abuelas se convirtieron en el motor para buscarte en sus hijos y en sus nietos. 
Y en ese camino estamos. Y el no darse por vencidas dió sus resultados. 
Falta, pero la lucha esta ideológicamente ganada. 
Entendimos quién sos, cuál es tu importancia y que no se puede renunciar a vos como no se puede renunciar a tener patria. 
Quise ponerte en este escenario grande. Me podría haber quedado en el más chiquito. En el de mi familia. En esa flor que creció en la  infancia con mis lazos familiares de los que estoy más que orgullosa. Y los reivindico. Porque me han servido siempre para mantenerme convencida en el camino, fiel a mis orígenes y a no olvidarme nunca de donde vengo y al lado de los que nunca voy a dejar de estar. 
Como un tesoro la identidad de los que faltan será revelada, más temprano que tarde. Y ese será el cimiento de la verdadera sociedad que tenemos que llegar a construir. 
Sin cerrar esas heridas las llagas seguirán ardiendo como si estuvieran cubiertas de sal.
Es mi deseo vivir para verlo.

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